He terminado de leer Lord of Light, una novela de ciencia ficción de plena época del LSD (1967). Hay un montón de comentarios sobre ella aquí.
Zelazny crea una novela deliciosa, un relato de ciencia ficción disfrazado de fantasía épica en el que se mezcla casi cualquier cosa que uno se pueda imaginar. Y aun así mantiene su coherencia. Son discutibles la calidad literaria (un epicismo recreado mediante un estilo conscientemente cargado y un aire poético basado en la repetición solemne) y la claridad de la historia, remezclada un poco al estilo de Pulp Fiction. Según la novela se va acercando al final, uno tiene la extraña sensación de que acabará enterándose, y es cierto.
Un mundo esclavizado bajo las fuerzas del karma, los dioses del hinduismo y el retraso tecnológico se revuelve silenciosamente: Mahasatman, también conocido como Buddha, Siddharta, Kalkin, Matreya o simplemente, Sam, quiere igualar a los hombres a los dioses. No seguro de ser un Dios él mismo, mas siendo el antaño más poderoso de entre ellos, decide hacer regresar el budismo y el aceleracionismo a las masas: unas creencias sin dioses, sin necesidad de reencarnación.
Brahma, Shiva, Kali, Yama. Son algunos de los dioses que forman parte del 'stablishment'. Desde su ciudad separada del mundo terrenal vigilan en silencio y actúan mediados por avatares y templos. La humanidad ha tomado el lugar de los demonios, los Rakasha, que fueron dominados y encerrados por Kalkin. Ahora, la supervivencia del alma depende de los actos que uno tome en vida: aquellos que sirven a los dioses reciben un nuevo cuerpo, aquellos que los niegan mejor que no aspiren a tanto. Los lazos de familiaridad se diluyen, los cuerpos carecen de importancia, las personas, sus nombres y sus cargos se diferencian más que nunca.
Buddha, negando a los dioses no aspira a reencarnarse. Su lucha es una lucha silenciosa, de creencias.